“La relación es el espejo en el que nos vemos a nosotros mismos tal como somos. Toda vida es un movimiento en relación. No existe nada viviente sobre la Tierra que no esté relacionado con una cosa u otra. Aún el ermitaño, un hombre que se marcha a un paraje solitario, sigue en relación con el pasado y con aquellos que le rodean. No es posible escapar de la relación. En esa relación, que es el espejo que nos permite vernos a nosotros mismos, podemos descubrir lo que somos, nuestras reacciones, nuestros prejuicios y temores, las depresiones y ansiedades, la soledad, el dolor, la pena, la angustia. También podemos descubrir si amamos o si no hay tal cosa como el amor”. Krishnamurti
Las constelaciones familiares
nos permiten explorar el sentido que tiene nuestra relación de pareja en
función del sistema al que pertenecemos, la pareja será un espejo de nuestra
evolución, de lo que falta por resolver, comprenderemos «Para qué» se han
reunido dos sistemas, qué es lo que estaban buscando.
Los seres humanos tenemos la posibilidad de relacionarnos de manera amable con
otros seres humanos, es lo que buscamos en la relación de pareja: amabilidad
para poder vivir a plenitud el triángulo de la INTIMIDAD, LA PASIÓN Y EL
COMPROMISO. El amor es una intimidad compartida, compartimos intimidad con
muchas personas, y llamamos pareja a la persona con la que compartimos las
mejores intimidades. La pareja es un tema importante, tengas o no tengas pareja.
INTRODUCCION. – En los talleres de constelaciones familiares, las personas suelen acudir con el anhelo legítimo de lograr el amor con su pareja si la tienen, de sanar lo que fue doloroso en sus parejas anteriores, de hacer los movimientos pertinentes para estar disponible para la posibilidad de caminar en esta vida junto con una pareja. En un trabajo previo, ayudo a las personas a reformular sus peticiones, que, aunque legítimas, muchas veces requieren de la ayuda de las sutilezas del lenguaje. Las peticiones de las personas suelen ir en este sentido: “Quiero comunicarme mejor con mi pareja”, “No repetir los esquemas de convivencia de mis padres”, “Quiero dejar de repetir lo que he vivido con parejas anteriores”, “Quiero sentir que estoy de verdad unido a mi pareja, etc.” son peticiones legitimas, pero que reformuladas tienen un peso mayor en el alma, de esta manera, las demandas se transforman en frases como las siguientes: “Me gustaría llegar a experimentar mi compromiso en la pareja”, “Me gustaría explorar mi familia de origen para poder comprender mejor mi situación actual”, “Me gustaría saber que hay en mí y en mi familia para tener el anhelo inconsciente de transformar y cambiar a mi pareja”, “Quiero conocer los mandatos familiares conscientes e inconscientes, para respetarlos y si es posible, dejarlos, siendo consciente de que aunque lo haga diferente seguiré perteneciendo”, “Quiero explorar y contemplar en una configuración con representantes el peso tan grande de una tragedia familiar que me ha colocado en una postura respecto de los hijos y la pareja como la que tengo”, “Quiero explorar la vinculación con mi madre para poder mejorar la vinculación con mi pareja”, “Me gustaría reflexionar serenamente si mi decisión consciente de vivir la vocación de soltería proviene de una conexión profunda con el anhelo de mi ser, o es una postura evitativa que me garantiza no sufrir la experiencia de la intimidad”, “Quiero explorar el tipo de relación que tengo con mi pareja: saber si es complementaria, simétrica, etc. Y de esta manera poder flexibilizarla”, etc.
CONDICIONANTES PARA ELEGIR O NO UNA PAREJA
Estamos mucho más condicionados de lo que nos imaginamos a la hora de elegir una pareja, o incluso a la hora de no elegirla, el condicionamiento “químico” a través de las feromonas es la prueba más básica, hay personas con las que hay “química” y hay personas con las que no la hay. Podemos decir que nuestra postura vital respecto de la pareja, tanto si la tenemos como si no la tenemos, se modula con varias memorias, importantes:
1. El peso de lo transgeneracional de nuestra familia.
Nuestra relación de pareja, o nuestra “no relación” de pareja, es nuestra
manera de colocarnos respecto de todo lo que ya se ha vivido, respecto de todo
lo que ya se conoce sobre pareja en nuestro sistema. Todas las relaciones
trágicas, los amores imposibles, las relaciones que se vivieron en secreto, las
relaciones incestuosas, etc.
2. La historia de pareja que tuvieron nuestros padres. Sin duda, el
modelo conyugal de nuestros padres marcará nuestro camino, en nuestras
relaciones intentaremos a veces serles fieles, otras veces intentaremos
oponernos al tipo de relación que ellos tuvieron, pretenderemos corregir lo que
consideramos errores, etc.
3. La relación de pareja que tuvieron nuestros abuelos. Hemos podido
comprobar que los “saltos” generacionales son comunes en las familias, de tal
manera que contemplando la relación que tuvieron nuestros abuelos, podríamos
comprender nuestras historias de pareja.
4. La relación que tenemos con nuestra madre. Somos unos mamíferos que
requerimos muchos cuidados siendo niños, el cuidador natural es nuestra madre.
Y por supuesto la condición edípica.
5. La relación que tenemos con nuestro padre. Lo femenino y maternal
sostiene la vida, pero lo paternal le da dirección. La relación con nuestro padre
también será una luz clarificadora para comprender la relación que tenemos con
una pareja.
6. El guion inconsciente que adquirimos siendo niños, es una gran
aportación del Análisis transaccional de Eric Berne. El niño, a edad muy
temprana tomará las grandes decisiones que modularán su vida, ello incluye
tener o no tener una pareja.
7. El tipo de apego o de confianza que tenemos con nuestro cuidador, pues
no olvidemos que el humano es un mamífero que necesita muchos cuidados y por
mucho tiempo, generalmente el responsable de ese cuidado es nuestra madre, pero
puede haber otros significativos. Nuestra experiencia con el cuidador podría
habernos dejado una impronta de confianza cuando estamos seguros y confiados
que nuestro cuidador está para nosotros, una impronta ambivalente cuando
tenemos dudas, y a veces una impronta evitativa, cuando hemos interpretado que
nuestro cuidador no está para nosotros. Estas experiencias, estas conclusiones,
también modularán el tipo de pareja que tendremos.
8. Las parejas anteriores a la actual. Nuestras parejas anteriores, y
las parejas anteriores de nuestra pareja, son sumamente importantes en la
posibilidad o no de tener una pareja, y pueden determinar el establecimiento
del vínculo con nuestra pareja actual.
Unas palabras sobre el amor. El amor es una intimidad compartida, el amor adulto es la capacidad de establecer un vínculo con otro adulto. El amor, es un asunto de presencia, amamos a aquellos para los que estamos presentes, especialmente nuestra pareja. El amor en la pareja se condimenta con ternura, con admiración, con pasión, con intimidad y con compromiso. Esos ingredientes sólo los puede aportar un adulto. Un adulto que ha hecho un recorrido simbólico para ser el protagonista de su historia, el héroe de su propia historia, un adulto que sintoniza con muchos finales de los cuentos de hadas “vivieron felices para siempre”. Está claro que ese “felices para siempre” es una metáfora. El admirable Bruno Betelheim en su libro “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, nos enseña como los cuentos de hadas contienen todo el simbolismo que un niño necesita para hacerse adulto, de tal manera que esa fantasía de lograr el amor con una pareja, ese anhelo de “vivir felices para siempre”, es posible de alguna manera, pues cada vez que establecemos un vínculo, una intimidad desde nuestro adulto, con otro adulto, de alguna manera estamos rozando la intimidad, ese es el sentido de “vivir felices para siempre.
Etimológicamente, la palabra amor viene de la raíz indoeuropea “AM” que significa “Madre”, de allí viene también amigo y amistad.
“En la relación de pareja se reproduce la relación con la madre. Por eso, quien logra tomar y respetar a la madre, se encuentra en paz consigo mismo, sintiéndose merecedor del amor de otras personas”. Bert Hellinger
LA PAREJA COMO ESTRATEGIA DE SUPERVIVENCIA. Los matrimonios por amor son un asunto reciente, hasta hace muy poco el matrimonio era la manera de mantener un orden económico y social. La unión institucionalizada entre un hombre y una mujer se documenta hace 4000 años en Mesopotamia, en la tablilla queda por escrito el pacto entre un hombre y una mujer, aparecen los derechos y deberes de la esposa, el dinero que obtendría la mujer en caso de ser rechazada y el castigo en caso de infidelidad. El matrimonio ha cambiado, sí, pero hay cosas que se mantienen, y un contrato a tiempo quizá no esté de más.
Stephanie Coontz, autora de uno de los grandes ensayos de referencia sobre el tema, Historia del matrimonio. Cómo el amor conquistó el matrimonio (Gedisa) afirma que “algunas de las cosas que la gente considera tradicionales son en realidad innovaciones relativamente recientes”. Como, por ejemplo, la “tradición según la cual el matrimonio tiene que ser aprobado por el Estado o santificado por la Iglesia”, una novedad de 2.000 años de antigüedad. Pero, al mismo tiempo, “muchos aspectos que la gente cree que no tienen precedentes, en realidad no son nuevos”. Es el caso de las relaciones extramatrimoniales o los nacimientos fuera del matrimonio, más comunes y aceptados en un pasado que hoy en día.
¿Por qué se formalizaría por primera vez la relación entre hombre y mujer? Probablemente, como control social de la pareja y con el objetivo de desarrollar un contexto que favoreciese la crianza de niños, y con ella, la conservación de estructuras sociales superiores (familias, grupos social) establecidas alrededor del matrimonio. Pero, rápidamente, este comenzó a transformarse en una herramienta por la cual las élites mantenían el poder. Los vínculos sociales y la expansión de territorios se establecían a través de los matrimonios, que reforzaban alianzas mediante los herederos comunes.
El interés entre cónyuges y deudos fue el criterio principal para el establecimiento de estas relaciones durante gran parte de la Edad Antigua. Para los sumerios, el matrimonio era ante todo un contrato entre el padre de la novia y el novio por el cual establecían una relación de colaboración. Esparta, como suele ser habitual, tenía unas reglas muy concretas para el matrimonio. La homosexualidad era plenamente aceptada, pero el matrimonio era obligatorio. Pero este no conducía a la convivencia en pareja, sino que la Gran Retra establecía que este sólo podía darse a partir de los 20 años y que el marido debía fecundar a su mujer para, acto seguido, volver a reunirse con los hombres. El objetivo primordial era crear varones fuertes. Plutarco decía a tal respecto que, así, “los hombres evitaban la saciedad y el declive de los sentimientos que entraña una vida en común”. Los usos del imperio romano eran bastante peculiares. Entre sus opciones de matrimonio destacaba el coemptio, que se podría traducir por “compra recíproca”, y que antecedía el matrimonio moderno. Los dos miembros se hacían regalos, no tenían ninguna imposición paterna y, por lo general, esta relación solía llevarse a cabo por plebeyos. Lo más cercano a nuestras bodas contemporáneas. No son estos los únicos modelos de la cultura occidental, claro está. El pueblo hebreo defendía la poligamia, lo que inspiró a los mormones siglos más tarde. En la Biblia, se dice del Rey Salomón que tenía más de 700 mujeres y 300 concubinas.
Todo cambió con el declive del imperio romano y el consiguiente auge de la Iglesia, que por primera vez impone que el matrimonio es una unión ante Dios, y no ante el hombre, sacralizando lo que hasta entonces había sido civil. La monogamia se impone y se prohíbe la consanguinidad y, debido a que se trata de una relación sancionada por Dios, este es indisoluble, y así será durante siglos (Enrique VIII, que tuvo que fundar su propia religión para divorciarse). En 1215, en el Concilio de Letrán, el matrimonio pasa a formar parte de la lista de sacramentos católicos, y el Concilio de Trento señala que no puede existir matrimonio por rapto, una práctica muy frecuente. Durante el siglo XII y XIII, el amor por antonomasia era el amor extramarital; se trataba de una institución demasiado importante como para perderse en vacuos sentimientos.
El amor llega al matrimonio
Daniel Defoe dijo a principios del siglo XVIII que el matrimonio era “prostitución legalizada”, una visión muy acorde con el rol de la mujer por aquel entonces. La ley inglesa desposeía a todas las mujeres (exceptuando a la reina) de sus posesiones cuando contraían matrimonio. No podían poseer tierras ni tenían control sobre sus posesiones, algo que, matizado, ocurriría hasta mediados del siglo XX, cuando las mujeres aún debían pedir permiso de sus maridos para abrir una cuenta bancaria o adquirir un automóvil. Y la dote era una moneda de cambio habitual.
En 1856, 26.000 mujeres reivindicaron su derecho a gozar del producto de su trabajo. Todo cambiaría con la Ilustración y el pensamiento positivista, el momento en el que el amor comienza a ser un factor más de la ecuación. El Romanticismo de la primera mitad del siglo XIX y la revolución industrial, que propiciaron la aparición de una amplia clase media, instaurarían por completo el amor como centro del matrimonio. El hombre ya no vivía en el campo, sino en la ciudad, y podía elegir con quién quería pasar su vida gracias al fruto de su trabajo. Es también cuando aparecen los primeros movimientos liderados por mujeres, que reivindican su derecho a decidir, y que cambiarán para siempre la percepción del matrimonio. En 1856, 26.000 mujeres trasladaron una petición al Parlamento británico señalando que “es hora de que se proteja el producto de nuestro trabajo y que al ingresar al matrimonio ya no se pase de la libertad a la condición de esclavos, cuyas ganancias pertenecen a su amo y no a sí mismos”. Era sólo el principio.
El psicoanalista Sigmund Freud también desacreditó las uniones por interés, a las que pidió se castigaran. Poco a poco, los matrimonios de conveniencia volvieron a ser patrimonio exclusivo de casas reales y alta aristocracia: el amor triunfó. Los divorcios, también. La visión que a partir del siglo XX se conformó sobre el matrimonio difiere bastante de aquella que se mantuvo durante los milenos precedentes y ha venido determinada por dos factores esenciales. Por una parte, la adquisición de los derechos de la mujer, ya en igualdad de condiciones con el hombre; por otra, la desacralización de dicha unión, en sintonía con la progresiva pérdida de peso de las religiones en la vida privada.
El horizonte de la mujer deja de ser únicamente el de ama de casa y los divorcios aumentan. Si el siglo XIX fue el siglo del amor, el XX fue el siglo del sexo. Especialmente, de los años sesenta para adelante. Las relaciones sexuales esporádicas dejaron de ser tabú y comenzaron a ser aceptadas (incluso aplaudidas) socialmente, y los métodos anticonceptivos contribuyeron a hacerlo todo más fácil. Finalmente, en los años setenta la legislación de la mayor parte de países occidentales ya podía considerarse como neutral para hombres y mujeres que, si bien desempeñaban roles distintos en la pareja, veían cómo la ley los reconocía de la misma manera. Los divorcios aumentan en un 100% en Estados Unidos entre 1966 y 1979 y se convierten en práctica habitual en Occidente. El horizonte vital del sexo femenino ya no es únicamente ser ama de casa y esposa.
Al matrimonio sólo le faltaba una última frontera por cruzar, la de las relaciones homosexuales. España aprobó los matrimonios gais en julio de 2005; en abril de este año, Francia hizo lo propio, y esta misma semana, el Tribunal Supremo de Estados Unidos declaraba inconstitucional la ley contra el matrimonio homosexual (la llamada DOMA), que defendía que la única unión posible es la que se produce entre un hombre y una mujer. Efectivamente, el matrimonio no es lo que era, pero nunca lo fue.
A pesar de que el matrimonio no estuviera aposentado en el presupuesto del amor, no impedía que muchas parejas lograran una convivencia equilibrada, no exenta de lealtad y afecto, que de algún modo les proporcionó suficiente estabilidad emocional y una vida de tranquilidad. La evolución social y educativa, las mejoras en la igualdad de sexos, el deseo de alcanzar una mayor intimidad, propiciaron la libertad de elección. Paradójicamente, los conflictos, separaciones, frustraciones y estrategias siguen existiendo, el deseo de poder cambiar al otro/a para moldearlo a mis necesidades no ha caído ni mucho menos en descenso.
A los seres humanos, la pareja nos ha permitido poder cuidar una cría que permanece vulnerable y necesitado mucho tiempo, a diferencia de otros mamíferos, el ser humano requiere muchos cuidados y atenciones, y aunque hay otras estructuras sociales capaces de ayudarle a su crecimiento y dotarle de los recursos que necesita para encarar al mundo y a la realidad, es la pareja la estrategia más fácil y eficaz.
La pareja está al servicio de la biología, a través de una pareja es posible la transmisión de los genes, quienes no tuvieron hijos no son nuestros antepasados directos, como una nota accesoria, hemos de mencionar que estamos muy condicionados por lo hormonal, a la hora de elección o no de una pareja, por ejemplo, los niveles hormonales de una hembra varían mucho durante el ciclo menstrual, y básicamente, biológicamente, la hembra busca un macho dispuesto a comprometerse, es por ello que en la ovulación le gustan “machos fuertes” y fuera de la ovulación se rigen más por criterios estéticos. Las hormonas son un GPS, incluso los bebés las utilizan, siendo tan vulnerables, esparcen sus feromonas a los cuidadores habituales, para que el cuidador, se “enganche” se vincule a él y le cuide. Cuando nos enamoramos, hay una descarga de oxitocina, en detrimento de otras hormonas que nos permiten ser más “sensatos”.
Mecanismos de atracción
Inicialmente nos atrae una persona por algo que admiramos de ella: su físico, su carácter, su posición social, etc. es la parte más superficial del emparejamiento, posteriormente aparecen otros condicionantes, siendo uno de los más potentes la complementariedad, esa persona tiene lo que me hace falta, lo que me confirma, lo que me evidencia lo que soy, etc. y viceversa, y no solo a nivel personal, sino sobre todo a nivel sistémico. Las parejas no se encuentran al azar, cada persona es un relato que encuentra otro relato para complementar un mito, para comprobarlo, para engrandecerlo, etc.
Hay mecanismos conscientes, de allí que nos parezcan atractivas las personas que tienen las mismas aficiones que nosotros, es decir, si me dedico al mundo del teatro, allí será fácil encontrar alguien que me atraiga, sin embargo, hay mecanismos “Inconscientes” a veces incomprensibles, ¿Cómo es posible que esta persona me atraiga tanto?, “no pensaba que fuera a ser mi tipo”, allí es donde aparecen todos los condicionamientos de los que hemos hablado previamente.
TIPOS DE PAREJA
Desde el punto de vista sistémico, las parejas pueden tender a la complementariedad, o pueden tender hacia la simetría.
PAREJAS ASIMETRICAS o COMPLEMENTARIAS Son parejas en las que cada uno de los miembros aporta lo que al otro sistema le falta, de esta manera podemos comprender que personas de familias tan diferentes, puedan encontrarse y formar una pareja. A nivel práctico, se pueden identificar este tipo de parejas porque a veces, por ejemplo, son parejas con conflictos y deseos similares, pero con un manejo diferente de ellos. Una persona que tiene deseos de ser cuidado y protegido busca a alguien que esté dispuesto a hacerlo y de esta forma poner fin a esos deseos insatisfechos. Del otro lado, el protector es capaz de renunciar a sus deseos de protección porque se siente bondadoso y competente satisfaciendo las necesidades del otro miembro. Ninguno quiere renunciar a su función, el protegido porque sus deseos están satisfechos y el protector porque en ello ha encontrado una forma de valorización y reafirmación personal. Con el paso del tiempo, el conflicto surge cuando cada uno se empeña en satisfacer los deseos propios, y la pareja no responde a ellos y/o incluso trata de impedirlo. Otro ejemplo sería en una pareja en la que uno de los miembros es el “ahorrador”, el que cuida los recursos y la otra parte la que busca como aprovecharlos como gastarlos, ambos están ofreciendo a su sistema el control o la flexibilidad que les hacía falta respecto del dinero. Por supuesto que hay muchas parejas complementarias que han encontrado el amor y la comprensión.
PAREJAS SIMÉTRICAS. Son parejas en las que los sistemas familiares procedentes son muy similares, a veces con cosas tan sorprendentes, como la repetición de nombres en ambas familias, la coincidencia de fechas, etc. en este caso la unión sirve para reparar programas de manera conjunta, para darle fuerza a la mitología familiar, para dar constancia de la lealtad, etc. Luego a nivel práctico, una pareja con un estilo relacional simétrico – que tiene dificultades- se podría notar en el hecho de que entrará con frecuencia en rivalidad porque compite por la igualdad (la escalada de poder). Ambos intercambian el mismo comportamiento. Son parejas discutidoras, que les cuesta ceder, que defiende cada uno su criterio a veces hasta extremos más allá de lo razonable. En resumen, que les cuesta llegar a acuerdos, porque los dos quieren “ganar” sin ceder. El mayor riesgo de estas relaciones es la ruptura por confrontación. Por supuesto que también aquí hay parejas que han encontrado paz y amor.
Desde el punto de vista del Psicoanálisis, Para Freud (1914) existen dos tipos de elección de pareja. La primera viene dada conforme al tipo de apoyo, el tipo de vínculo que se establece entre madre e hijo, y marcará el tipo de vínculo que se hará posteriormente. De aquí surge la idea de buscar referentes posibles madre-padre) La segunda se basa conforme al tipo narcisista, es decir: “me gustas porque yo te gusto, me atraes porque soy importante para ti”. No es en vano que nos fijemos en alguien cariñoso si nosotros tenemos por ejemplo una necesidad imperiosa de cariño. Siguiendo con la línea psicoanalítica del juego inconsciente, se traduce en algo así como “yo renuncio a una parte de mi para dártela a ti”. Cada miembro de la pareja elige un rol inconscientemente que ejercerá y que determinará su manera de amar en esa relación. Esto se explica mejor con un ejemplo: “me gusta porque me cuida”, aquí tenemos al cuidador-cuidado. Yo te cuido, o sea, potencio eso de mí y entonces rechazo ser cuidado para cuidarte a ti y al revés. En toda pareja se establecen grados de juego inconsciente o colisión y no siempre son negativos, solo cuando se vuelven rígidos. El caso rígido sería por ejemplo “siempre soy cuidado y no me dejo cuidar nunca”. Todo irá bien hasta el día que deje de gustarte, que yo te cuide porque inconscientemente dejaré de ejercer mi rol y eso ya no será atractivo para mí porque necesito cuidar a alguien, aunque conscientemente yo no lo sepa. Entonces aquí se entra en una enmarañada y compleja situación que cada uno aborda como puede, con sus recursos conscientes e inconscientes y sin olvidar con una responsabilidad. Desde el punto de vista de algunas corrientes psicológicas (psicoanalítica, sistémica), las parejas se clasifican en varios tipos, cuyos integrantes se eligen en base a ciertos criterios como por ejemplo las experiencias de la infancia, y esto se realiza gracias a que existe una tendencia inconsciente a asignar roles a uno mismo y a los otros (teoría psicoanalítica). Así que aquellas relaciones conflictivas, desilusiones y dependencias no resueltas estimulan la esperanza de que con una pareja se corregirán y se compensarán, se recuperarán experiencias que no se pudieron vivir anteriormente. De acuerdo con el punto de vista psicodinámico, el proceso de elección de pareja estaría relacionado con las experiencias que la persona ha tenido en la relación con sus padres. Por su parte, autores de la corriente transgeneracional en terapia familiar señalan que, frecuentemente «se elige una pareja que pueda corregir un desarrollo familiar defectuoso» de la infancia o de años posteriores. Por lo que se espera encontrar una pareja que sea una especie de bálsamo para las heridas y frustraciones sufridas en la familia de origen».
Desde el punto de vista de Eric Berne, Muchos de los juegos psicológicos que empleamos en nuestras relaciones de pareja son fruto de nuestro guion de vida. Un patrón emocional y conductual que elaboramos en la niñez bajo el influjo de nuestros padres, y que después nos acompaña durante muchos años. El guion de vida y los juegos psicológicos en la pareja son fenómenos superpuestos. Son estos juegos psicológicos los que determinan cómo empleamos nuestro tiempo en las relaciones y terminan dando forma al guion de pareja. Es un término acuñado por el médico psiquiatra Eric Berne, fundador de la Escuela transaccional, y hace referencia al papel que interpretamos en nuestra relación con los demás, como si actuásemos en una obra de teatro. Es un papel que desarrollamos porque nos ha sido dado y que termina convirtiéndose en una máscara de la que no somos conscientes. Además, muchas veces este guion de vida lo reforzamos con la experiencia. “Un plan de vida creado en la infancia, reforzado por los padres, justificado por eventos subsecuentes y culminando en una alternativa elegida” Berne (1972). Actúa como una huella que quedó instalada en nosotros a edad temprana y que va a dirigir nuestras vidas a menos que nos hagamos conscientes de ella y trabajemos para modificarla. “Las personas nacen príncipes y princesas hasta que sus padres/madres las convierten en sapos”. -Eric Berne El guion de vida se establece en base a dos elementos: Los mandatos: o “maldiciones”. Las prohibiciones o inhibiciones impuestas por nuestros padres. Hacen referencia a la negación de una actividad y son proyecciones de los miedos y deseos de los padres. Las atribuciones: son las “etiquetas” con las que todos cargamos y que nos han sido colocadas de niños. También son fruto de las proyecciones de nuestras figuras de referencia y nos moldean desde edad muy temprana. Limitan al niño a que sea o haga de una manera determinada: “eres igual que tu padre” o “eres malo, torpe…”, “no se puede confiar en ti”. Guiones de Pareja: los juegos psicológicos En la edad adulta, y en el momento de relacionarnos con otros, el guion de vida da paso al guion de pareja que viene definido por los juegos psicológicos que la pareja emplea para relacionarse entre sí, en base al guion de vida de cada uno/a. Los juegos psicológicos determinan la forma de vivir la relación. Llenan la vida de la pareja porque es con estos juegos con los que ambos ocupan el tiempo que están juntos. Son una forma de intercambio muy destructiva. En estos juegos psicológicos se dan guiones de sumisión, de dominancia y de aislamiento.
Guion de sumisión Un miembro de la pareja ejerce el rol de víctima y le exige al otro protección. Si recibe o no percibe del otro la protección y atención que necesita, es decir, si no funciona la manipulación, aparecen los ataques de rabia y comienza el guion de persecución y culpabilización de su pareja. Esta variante del guion de sumisión suele durar poco tiempo porque pone en peligro la relación de pareja. Rápidamente se vuelve a asumir el guion de víctima y el ciclo continúa, en una escalada, dando paso a una agresividad es cada vez mayor.
Guion de dominancia En las parejas que emplean su tiempo en juegos psicológicos de dominación, uno de los dos ejerce un rol de dominador o perseguidor. Es un guion basado el ejercicio del poder y competencia con el otro. Lo hace con el propósito de imponer sus valores, sus criterios y sus opiniones. Este miembro de la pareja necesita demostrar que es quien aporta y no el otro. En los momentos del juego en que el dominador pierde, rápidamente aparece la inseguridad. Se mostrará hostilidad hasta el punto de “guardar” la pérdida para una siguiente revancha. Es un juego psicológico que termina agotando la relación.
Guion de aislamiento Estas parejas desarrollan el juego psicológico de mantenerse distantes y lejos de compromisos emocionales. Manejan la indiferencia y la frialdad hasta que uno de ellos necesita volver a una distancia menor, que generalmente se da en encuentros sexuales apasionados, para volver de nuevo a la distancia con cualquier excusa, ya sea una pelea o un trabajo. Es una relación de va-y-ven. Finalmente, señalar que cambiar estos guiones de vida y terminar con los juegos psicológicos en la pareja es un proceso que pasa por el reconocimiento de los mismos y el deseo expreso de querer cambiarlos. De otra manera, estos juegos psicológicos conducirán a menudo a la ruptura de la pareja. El proceso de acompañamiento lo veremos en unidades posteriores.
Hay muchos más guiones, por ejemplo, si alguien tiene un guion inconsciente de “Tántalos”, que no puede disfrutar de la comida y de la bebida, aunque tiene hambre y tiene sed, Tántalos con la tentación sin la satisfacción como guion, se buscará una persona -inconscientemente- que le confirme esa vivencia.
Según Vicente Méndez y Esther Fernández
PAREJAS ESPEJO (simétricas), parejas con muchas similitudes en un lado y en el otro, son parejas que van a enriquecer los mitos existentes, van a consolidar lo que ya se conoce en la familia, engrandecerán lo que ya hay, repetirán lo que funciona, repetirán lo que no se ha “contemplado”, a lo que no se le ha dado un lugar. Duplicarán o repararán lo que fue doloroso, lo que quedó como un fantasma.
PAREJAS PUENTE (asimétricas), parejas con un relato familiar que necesita enriquecerse, de esta manera veremos como lo que se encuentra en un lugar y en otro de la pareja es muy diferente, son las parejas con interacciones de culturas diferentes, con historias familiares distintas que permitirán enriquecer el relato familiar para ambas familias. La pareja es la oportunidad que tiene el sistema para crecer y nutrirse.
PAREJAS PUERTA (Un “reset” del sistema) parejas simétricas o asimétricas, que en ellos empieza algo totalmente nuevo, empieza un nuevo relato que prescinde enormemente de los relatos ya conocidos, así sean simétricos o asimétricos.
PAREJAS VENTANA (una nueva mirada) parejas evolucionadas, cuya relación les ha permitido mirarse con dignidad a través del otro.
PAREJA Y GESTIÓN DEL APEGO
El apego según la Teoría de Bowlby, es la manera que tiene una persona de vincularse con otra, el primer vínculo que se forma durante la vida del ser humano es el del bebé con la persona que le cuida y alimenta y protege (normalmente la madre) Esta figura de apego establece una relación única con el bebé que le otorga seguridad y confianza. La forma que tenga la madre o figura de referencia, con su hijo/a, repercutirá en toda la vida posterior del niño/a, que adoptará determinadas imágenes mentales según haya sido su figura de referencia, para más adelante actuar según lo asimilado. A medida que crecemos vamos formando nuevos vínculos, consolidando unos y perdiendo otros. La pérdida de contacto y proximidad tras establecer esos lazos genera un periodo de desasosiego antes de recuperarse de esa pérdida, lo que se conoce como duelo. Todas las relaciones son de vital importancia humana, no solo para el potencial del desarrollo personal, su alteración repercute de manera global en el comportamiento posterior de la persona. Queda marcada una cicatriz en su memoria que difícilmente puede obviar o borrar. La inseguridad, la falta de autoestima y de confianza en nosotros mismos/as son ejemplos de posibles alteraciones del vínculo. El vínculo afectivo comienza mucho antes de que el recién nacido abra los ojos al mundo. Las sensaciones y experiencias que vive y percibe desde el vientre materno influirán en su adecuado desarrollo y formación. La capacidad de establecer nuevos vínculos de apego permanece abierta toda la vida. El apego es un vínculo generoso: cuanto mejor esté vinculado el niño/a al padre y/o a la madre, más probable es que se vincule a otras personas. El desarrollo y crecimiento del individuo hace que los vínculos y figuras de apego cambien. Hazan y Zeifman afirman que la función del apego en la edad adulta sigue consistiendo en proporcionar apoyo y seguridad. Sin embargo, Weiss añade que esa seguridad se otorga “potenciando las capacidades de la propia persona para superar las situaciones que supongan un reto para su seguridad”, en lugar de protegiendo. La figura de apego suele ser la pareja, y los padres o la familia nuclear pasan a tener una posición secundaria.
TIPOS DE APEGO EN LA INFANCIA En función de cómo establezca la niña o el niño el vínculo con su cuidador, hablaremos de tres tipos de apego fundamentales:
Apego seguro Estos niños han aprendido que sus cuidadores (al menos uno de ellos) les son incondicionales. Los quieres, valoran y cuidan eficazmente. Saben que estas figuras están presentes o disponibles siempre que las necesitan. El origen de este apego está en el éxito en la relación entre los cuidadores y el niño, en la intimidad lograda, en la disponibilidad y accesibilidad de los cuidadores, en la respuesta pronta, afectiva y eficaz a las demandas del niño, y en la coherencia de las relaciones. Es así como aprenden a sentirse seguros y queridos, confiar en los demás y saberse valiosos.
Apego ansioso-ambivalente Son niños/as que establecen un patrón de inseguridad o duda en la relación. No consiguen estar seguros de la incondicionalidad de las figuras de apego (por eso necesitan mucha aprobación, que les demuestren una y otra vez que les quieren), de su disponibilidad o accesibilidad (por eso no aceptan las separaciones), de su cariño de la valoración que hacen de ellos, y por último, de su eficacia. El miedo al abandono, a no recibir respuesta o que ésta sea insuficiente, la duda de cómo les valoran sus cuidadores, está presente. Las causas pueden ser diversas, como la incoherencia en la conducta de los cuidadores, el chantaje emocional como forma de disciplina, la propia inestabilidad en las relaciones entre los padres, etc.
Apego Evitativo Los niños/as que han desarrollado este apego han aprendido que no pueden contar con sus figuras de apego. No los quieren, ni valoran ni tienen capacidad para ayudarlos. Han aprendido a no expresar ni entender las emociones de los demás, a evitar el contacto emocional que siempre les fue frustrante. Acaban formando una especie de coraza invisible, que les lleva a rechazar la intimidad y a comportarse como si no les importaran los demás. Construyen una aparente autonomía que no es tal, sino que se trata de un conjunto de estrategias aprendidas para sufrir lo menos posible. Las causas son el rechazo emocional de los cuidadores, la falta de respuesta a sus demandas, la falta de interacción íntima, la interacción fría y distante, la falta de disponibilidad y accesibilidad, la ineficacia ante las ayudas que ha necesitado, la minusvaloración, etc.
A pesar de las similitudes entre el apego en la infancia y la edad adulta, hay una diferencia importante: el vínculo entre dos adultos debe ser simétrico. Cada persona ejerce de figura de apego para la otra, de la misma manera que recibe los cuidados de la otra. Cuando nos enamoramos, en realidad tenemos la sensación de “¡Por fin encontré la madre que buscaba!! Enamorarse es tener la sensación pasajera de que el apego con otra persona podría ser perfecto. Nuestro tipo de vínculo de apego amoroso proviene básicamente de nuestra primera relación de amor, pero no de nuestro primer amor romántico, no, sino del amor que sentimos por primera vez en nuestras vidas, cuando todavía somos bebés y nos vinculamos emocionalmente con nuestras madres, padres o cuidadores primarios de forma profunda y efectiva. Este vínculo primigenio nos influirá y guiará en la forma en que amaremos en la edad adulta. Muchas veces nos daremos cuenta de que tendemos a solicitar y necesitar de nuestra pareja las mismas cosas esenciales, independientemente de con quién estemos, y algunas de las dinámicas de dichas relaciones serán una constante, sin importar con quién nos encontremos. Le pedimos a nuestra pareja, lo que muy probablemente esperamos de nuestro cuidador “ideal”
Bowlby ha explicado de manera genial, cómo nos relacionamos afectivamente con los demás y este apego, como ya hemos dicho, tiene su base en las primeras relaciones que se establecen en la infancia. Según seamos tratados en esta etapa de la vida, desarrollaremos una idea sobre nosotros mismos y sobre nuestra relación con los demás, que afectará profundamente en los futuros vínculos que adoptemos con nuestra pareja, padres, hijos… Tanto los adultos como los niños/as se benefician de tener a alguien que los cuide, alguien que esté profundamente comprometido con su bienestar, que esté disponible de manera confiable para ayudar si es necesario, en definitiva, alguien que les ame de forma generosa y desinteresada. Las relaciones íntimas desempeñan un papel fundamental en la promoción de la salud y el bienestar en la edad adulta. El cuidado mutuo, receptivo y abierto en situaciones de angustia puede restaurar los sentimientos de seguridad y brindar al individuo la confianza para avanzar y participar de manera efectiva en el mundo. En cualquier caso, las relaciones íntimas deben ser recíprocas, mutuas y flexibles. Por lo tanto, en una relación de pareja, los implicados deben poder confiar el uno en el otro en momentos de necesidad, en unas ocasiones como cuidadores y en otras como solicitantes de cuidados.
LOS TRES PILARES DE LA PAREJA SEGÚN CLAUDIO NARANJO
TERNURA LOCURA ADMIRACION
TEORÍA TRIANGULAR DE STERNBERG
INTIMIDAD
PASIÓN COMPROMISO
La clasificación más importante y que congrega a un mayor número de expertos acerca de cuáles son los tipos de amor es la Teoría Triangular de Sternberg . Esta categorización se construye en base a tres dimensiones o elementos esenciales en el amor, que son éstos:
1. Pasión es el estado de excitación física y mental descrita durante siglos por escritores, poetas y filósofos, pero también por científicos. La atracción entre dos cuerpos y el deseo sexual son sus partes básicas. Algunos investigadores, como Bratslavsky y Baumeister, definieron la pasión en el amor como un agregado de sentimientos de gran intensidad enfocados a la atracción hacia otra persona, caracterizados por la activación biofisiológica y la aspiración de unirse a ella a todo nivel (sexual, sentimental…). Sin embargo, hay que señalar que, en caso de que la persona sea deseable como pareja sexual, la pasión incorpora dos elementos: la atracción y el apetito sexual. En cambio, pueden existir sentimientos de pasión carentes de estos dos elementos, como la pasión hacia un hijo.
2. Intimidad Este elemento constitutivo del amor se expresa como un sentimiento de unión, proximidad y afecto hacia la otra persona, así como la preocupación para incrementar su bienestar, para proporcionar y recibir apoyo sentimental y comunicar las opiniones y emociones personales, así como escuchar y atender a las del otro. Los investigadores reportaron que este elemento del amor engloba una concepción de empatía mutua, actitudes amables y benévolas hacia la otra persona, y la comunicación permanente del afecto compartido
3. Compromiso El compromiso puede expresarse a corto plazo como la decisión explícita de querer compartir tiempo y espacio, o a largo plazo como el compromiso de cuidar y alimentar ese amor. Estos dos componentes no tienen por qué darse siempre conjuntamente. El compromiso es un elemento que puede manifestarse a pesar de que intimidad y pasión hayan desaparecido. Algunas veces, la relación que hay entre dos personas puede ir progresando a lo largo del tiempo, y la pasión y la intimidad ir deteriorándose. En este caso, solo permanecería el compromiso, entendido como la voluntad de proseguir en la relación. En el caso de culturas en que se llevan a cabo matrimonios de conveniencia pactados entre dos familias, el componente del compromiso se manifiesta al inicio de la relación, y el tiempo dirá si pasión e intimidad también aparecerán.
TIPOS DE AMOR En la Teoría Triangular de Sternberg, el amor se representa con cada uno de estos elementos en su forma genuina, formando los tres vértices de un triángulo equilátero. No obstante, las relaciones amorosas reales los tipos distintos de amor se entrelazan y se combinan entre sí, dando lugar a diferentes clases de amor (o formas de amar). Estos tipos de amor serían los siguientes:
1. Amor romántico Se constituye a partir de la combinación entre intimidad y pasión. Este tipo de amor surge cuando los amantes tienen una atracción tanto física como emocional, a pesar de que este sentimiento de vinculación no viene de la mano de compromiso. El ejemplo recurrente de este tipo de amor lo podemos encontrar en muchos arquetipos surgidos de la literatura, como Romeo y Julieta, del autor británico William Shakespeare.
2. Amor compañero Se basa en la combinación de los elementos de intimidad y compromiso. En este caso, es un amor cuya ambición es la preocupación por la felicidad y el bienestar del otro. Es un cúmulo de necesidades como el apoyo social, el apoyo emocional, la comprensión mutua y la comunicación. Las personas que viven este tipo de amor se sienten íntimamente unidas y comparten tanto sus emociones, sus conocimientos o sus posesiones.
3. Amor fatuo Se fundamenta en la mezcla de compromiso y pasión, sin que haya podido transcurrir el tiempo necesario para que aflore la intimidad. Este tipo de amor se expresa cuando, por ejemplo, dos personas contraen matrimonio al poco tiempo de haberse enamorado, y todavía no ha surgido el componente de la intimidad. Por ello, en estos casos sigue dedicándose bastante esfuerzo a ofrecer la mejor imagen de uno mismo ante los ojos de la otra persona. ¿Existe el «amor perfecto», según la teoría de Sternberg? Esta combinación de intimidad, pasión y compromiso desencadena lo que Sternberg definió como amor completo o amor perfecto. Según el autor, es la clase de amor que casi todas las personas aspiran a vivir. No es ninguna exageración afirmar que el amor perfecto es difícil de conseguir, y mucho más de mantener. Pero, después de todo, no siempre buscamos este tipo de amor en todas las relaciones íntimas que tenemos a lo largo de la vida; de hecho, esta clase tan particular y única de amor la reservamos para unas pocas relaciones que colman nuestras expectativas a nivel emocional y sexual, y tratamos de priorizarlas. Son aquellas relaciones que, terminen bien o no tan bien, dejan una huella imborrable en nuestra memoria. Cada uno de los tres elementos axiales del amor que hemos descrito suele tener una progresión distinta a lo largo del tiempo de la relación. Es notorio que la intimidad se va desarrollando progresivamente a medida que avanza la relación, y puede ir aumentando con el tiempo, pero este crecimiento suele ser más abrupto en las primeras etapas del noviazgo. En lo que hace referencia a la pasión, ésta se expresa de un modo muy intenso en el inicio, y crece de forma acelerada, pero más tarde decae lentamente conforme la relación va pasando por etapas más avanzadas en el tiempo, hasta estabilizarse. Por su parte, el compromiso aumenta de forma lenta al principio (de una forma incluso más lenta que la intimidad), para alcanzar un punto de equilibrio y estabilidad en el preciso instante en que las recompensas y los costes de la relación son claramente perceptibles.
CONCLUSIÓN.
Se puede lograr el amor en la pareja sin hacer estas reflexiones exhaustivas sobre las memorias hacen posible una pareja, pero también es cierto que si a tu vida y a tus manos han llegado estas reflexiones, es porque la vida pide de ti una presencia consciente, contemplando lo que ha hecho posible el tipo de pareja que tienes, o la imposibilidad de tener una pareja, al mismo tiempo que haciendo higiene relacional en lo que se pueda hacer para poder conseguir (el amor con) una pareja, es tu manera de aportar y embellecer tu vida y tu sistema. Todos los seres humanos estamos llamados a experimentar relaciones amorosas, incluidas las personas que no tienen vocación de pareja, espero que mi intervención te permita explorar si tienes las condiciones básicas para experimentar el amor con una pareja.
APENDICE
Las cosas que explico a mis alumnos en el módulo inicial de la pareja.
Etimológicamente, pareja viene de PAR, PARIS (Igual), en un sentido más amplio “estar a la par”, esta igualdad o equilibrio lo consiguen gracias al intercambio que realizan. Hago un preámbulo para decir que la pareja no siempre es cosa de dos, y que –transitoriamente- podría estar sostenida por uno de los miembros que estuviera en ORDEN, y siempre con la mirada puesta en la compensación y en el equilibrio posterior.
Todo lo que existe está en consonancia con el TODO, todo lo que ES asiente al ser, aunque no lo pueda reflexionar; todo ser vivo que no sea fértil muere (el ser humano puede morir de muchas maneras, y no siempre es tan trágico, convivimos con la muerte más de lo que somos conscientes). El ser humano es un SER y VIVO, y tiene un anhelo profundo -manifestado en todas las culturas- de dialogar con el ser, todos los seres humanos nos hemos asombrado de lo que hay “ahí” afuera de nosotros y hemos dado las interpretaciones que hemos podido respondiendo a nuestra cultura, educación, valores, etc. pero también a algo más profundo, pues somos un soplo de vida que ha penetrado la materia y se ha construido una casa con ella. A ese trozo de materia animada que somos, a ese conjunto de moléculas que nos representan le pusieron un nombre, y podemos decir GRACIAS, por haber recibido la vida y porque “esta casa que somos” se mantiene en pie. Esos soplos vitales incorporados a la materia que somos, (MATERIA del latín MATER – MADRE), se acostumbran a la noche y al día; van descifrando la ceguera de existir con el alfabeto de los ciclos, y así nos acostumbramos a las siembras y a las cosechas; al invierno rutilante y la siempre esperanzadora primavera. Pero también lo vamos descifrando en nuestra relación con todo lo que es, especialmente con los otros seres humanos.
La pareja es una vía privilegiada de diálogo con la vida y con el ser, ese diálogo no siempre es dulce, pero tiene todos los elementos para que sea un diálogo enriquecedor y fructífero, aunque para ello se requiere tiempo, paciencia, humildad, asentimiento, etc. El soltero, al no tener este diálogo, también se ahorra la “dificultad” de una pareja, pero tiene el peligro del solipsismo, de la irrealidad… de la locura. Todo soltero, cuando mira a la pareja como una vía privilegiada de diálogo humano, y la respeta, entonces la vida también le proporcionará instrumentos ricos de diálogo. Todo ser humano anhela la conexión, la pareja es una de las máximas conexiones.
Requisitos para tener una pareja
¿Buscas una pareja? Necesitas Una madre (y un padre), necesitas UN CUERPO
DISPONIBLE (tu persona disponible). Un cuerpo que ya sea adulto consciente de
sí, de tal manera que ya puede entregarse a otro, es decir, es imprescindible
que tu casa (tu cuerpo) sea acogedora; la experiencia de nuestro cuerpo nos
acerca a otros. Debes estar dispuesto a abandonar la niñez y la adolescencia.
Necesitas experimentar la fragilidad, si estás completo y autosuficiente no necesitas a nadie que te acompañe. La fragilidad también supone la imperfección, pareja de “pecadores” es decir de seres imperfectos (y culpables) funciona mejor que una de PERFECTOS E INOCENTES. “Tienes 35 años, eres guapa, con buena conversación, solvente, agradable, sabes cocinar, eres ordenada en la casa, etc. eres perfecta, no necesitas a nadie”.
Todo lo vivo, quiere permanecer vivo, todo lo vivo quiere perpetuarse, y la pareja es una de las vías privilegiadas para la continuación de la vida, los solteros y las parejas de vocación sin hijos, transmitirán lo que han recibido (si quieren estar en orden con la vida) sirviendo con amor a quien les necesita.
Tres palabras claves en la pareja
SI. Se asiente a la pareja con todo lo que es.
POR FAVOR. Empezar de nuevo siempre que sea necesario.
GRACIAS. Es una suerte ir acompañado en esta vida.
ALGUNAS IDEAS SUELTAS.
Las intervenciones sistémicas respecto de la pareja sean en una consulta con la pareja o en un taller de constelaciones, tienen como presupuesto todo lo que sabemos de los órdenes del amor, muy especialmente el ORDEN de Tomar y dar, es en esta relación donde se requiere más equilibrio. Dentro de esos órdenes no debemos olvidar la Conyugalidad tiene preponderancia por encima de paternidad: Se es mejor padre atendiendo primero la relación y luego al hijo.
AMOR CON LÍMITES. – Un amor ilimitado en la pareja conduce al caos, no puede trascender, en cambio un amor CON LÍMITES, es posible. A tu pareja no le puedes pedir “simplemente” que te quiera, eso es imposible de cumplir, y frases como “Si tu sabes que con poco me conformo” esconden narcisismo y mezquindad; es más humilde PEDIR a la pareja, cosas POSIBLES y que estés dispuesto a compensar: que te abrace, que se case contigo, que tenga un hijo contigo, que se haga cargo de la familia una temporada, que te deje un poco de espacio, etc.
VINCULACIÓN EN LA PAREJA. – Consideramos una pareja vinculante aquella que ha generado un nuevo sistema: el epítome de la vinculación es un embarazo, una pareja embarazada está vinculada para siempre; las parejas sin hijos también están vinculadas cuando llegan a la consciencia del proyecto y vocación en común. Parejas que se han casado por papeles están vinculadas, hay parejas vinculadas de manera biológica, mediante la donación de un óvulo, o un espermatozoide y muchas maneras nuevas mediante las cuales los seres humanos estamos conservando la vida. Una pareja homosexual puede estar vinculada. UNA PAREJA SIN MAS no es un sistema nuevo, no todas las parejas son un nuevo sistema, debe haber una vinculación, el vínculo no siempre va a la par que el amor, puedes amar con más intensidad a parejas posteriores, pero el vínculo es mayor con las parejas previas.
IMPLICACIONES SISTÉMICAS QUE PUEDEN IMPEDIR LA VIDA DE PAREJA. – Como en toda la teoría de los sistemas aplicada a la familia, puede haber hechos en la familia de origen que impidan la vida de pareja: muertes trágicas, mujeres solas, hombres no reconocidos, mujeres no reconocidas, etc. todas ellas lealtades amorosas inconscientes, que muchas veces son difíciles de solucionar de otra manera más que con la soltería. Conocí el caso de dos hermanas gemelas guapas, inteligentes, solventes, etc. que estaban aliadas inconscientemente con dos tías abuelas que había sido violadas en la guerra civil, esa “mancha” las dejó solteras para siempre. Cuando mis clientas vieron lo que había en su corazón, entonces pudieron soltar de sus manos ese anhelo amoroso de aliarse con la soltería con sus tías, también podrían aliarse, teniendo los hijos que ellas no pudieron tener. En una pareja vinculada, ese vínculo es eterno, pero no la relación. El punto final, también es posible.
LA FIDELIDAD ES UN RESULTADO DEL AMOR.
Bert Hellinger: Las personas no tienen derechos de propiedad ajena, sólo se pertenecen a sí mismas, la fidelidad no es un deber, es un regalo.
“¿Qué es tan grave cuando alguien tiene otra relación? ¿Que
es lo que realmente se hiere en ello? A veces, el inocente se comporta como si
tuviera un derecho de considerar a su pareja suya para siempre. Esto, sin
embargo, es una arrogancia. En vez de intentar ganarse al otro a través del
amor, le persigue. ¿Y así quiere que el otro vuelva? No puede hacerlo ya.
Cuando el inocente se ha vengado sobre medida, el culpable ya no puede volver
con él. Por tanto, abogo por lo más humano y por la mesura. Siento un gran
respeto ante la fidelidad, pero no ante una fidelidad así. Ésta debe resultar
del amor. Muchas veces se reclama: yo soy la única persona que puede ser
significativa para ti. Pero frecuentemente uno se encuentra en la situación de
conocer también a otras personas importantes. En un caso así, el otro compañero
no tiene ningún derecho a perseguirle por ello. Tiene que respetarlo tal como
es; así, quizás, pueda darse una buena solución para todos. Ahora bien, este
giro positivo únicamente es posible a través del amor.” (Bert Hellinger)
Los celos siempre están injustificados, cuando están justificados son cuernos.
(Vicente)
UNA PAREJA DISCUTIDORA. – Es un hecho frecuente, cuando en la pareja hay amor, pero faltan elementos que la enriquezcan, entonces empiezan a discutir, generalmente para experimentar la vivencia del “reencuentro” de allí la máxima de que cada discusión debe compensarse con un coito, sin embargo, la pareja “discutidora” debe tener cuidado, pues muchas veces el hecho de la discusión va predominando sobre la reconciliación (sexual), y se distancia poco a poco (los reproches separan).
UN SOLTERO SIN HIJOS. – «La descarga por amor de lo que se recibió de los padres ocurre cuando la persona se compromete por un todo mayor, traspasando de esta forma aquello que recibió. Aportaré un ejemplo. En algunas mujeres de carrera, que se preocupan más de su carrera que del dar, se puede observar lo débiles que acaban siendo en sus almas y cómo éstas van perdiendo peso. En cambio, si ven la carrera como algo que les permite hacer algo bueno, es decir, no sólo para ellas mismas, para ponerse, sino en un sentido más amplio, el efecto es otro. Naturalmente, lo mismo se aplica a los hombres.» Bert Hellinger. Todo soltero debe ser fértil de alguna manera.
AMOR HOMOSEXUAL Y DIGNIDAD. – «En las parejas homosexuales muchas veces se desarrolla un amor personal muy profundo. Así hay que verlo y hay que respetarlo. Cuando un hombre o una mujer homosexuales reconocen su destino, pueden tomar su homosexualidad con dignidad y asumirla con dignidad. Aunque lo reconozcan como un destino difícil. Pero asumiendo ese destino, los hombres y mujeres homosexuales también reciben una fuerza especial». Bert Hellinger (y yo añadiría, sobre todo si son conscientes y respetuosos de que no forman un nuevo sistema)
EL ENAMORAMIENTO ENFERMIZO. – Cuando nos enamoramos, tenemos la sensación de haber encontrado a la madre que esperábamos, eso explica todo el terremoto emocional que nos provoca, y la “decepción amorosa” se vive como si nos hubieran arrancado del pecho de nuestra madre. La madre nos permite encontrar una pareja, es verdad, pero no debemos encontrar una madre (o un padre) en ella. “El enamoramiento es un malentendido que dura lo que tarda en aclararse”.
NO HAY MEDIAS NARANJAS. – Desde la perspectiva del
Heptagrama, sabemos que hay relaciones más fáciles que otras, pero toda
relación se construye poco a poco.
LA SEPARACIÓN. – Todo movimiento relacional tiene consecuencias, cualquier cosa que hagamos en la vida, implica movimientos que muchas veces se viven con culpa. En la separación, dice Hellinger que pareciera que los que van a separarse necesitan justificar tal separación y lo consiguen haciéndose cosas muy dolorosas… cuando ya no hay pareja y hay voluntad de separación, es lo más sano. Aquí es muy importante mencionar un aspecto de las relaciones humanas del que nos han hablado muy poco: EL JUEGO. Los juegos que hemos jugado de niños, los roles que hemos adquirido son básicos para entender nuestra postura relacional como adultos; a un niño que no lo convidan a jugar, está marcado. De allí que a veces después de una separación, a veces el separado se confunde, cuando su anterior pareja tiene una nueva relación, ES MUY DOLOROSO PARA UN NIÑO QUE LOS OTROS JUEGUEN SIN EL. Eso es lo que hay, no debe haber más confusión.
Dos seres maravillosos que se hacen la vida imposible, eso suelo afirmar de manera irónica respecto de la pareja. En realidad, la pareja es una escuela de conocimiento y de humanismo, que a veces se tiñe de romance, de sexo, de economía, etc. Pero básicamente es una escuela para entender al ser humano.
Es evidente que la vida en solitario es mucho más fácil que la vida en pareja, sin embargo, la vida en pareja es más enriquecedora.
A la pareja llevas todo lo que eres, especialmente lo que has recibido de tu familia de origen, de tus padres, y ocurre con frecuencia que a la pareja le pedimos lo que en realidad anhelamos de los padres, de allí la máxima de la terapia familiar que dice: “los problemas de pareja suelen ser en realidad, problemas de familia de origen”, es por eso que muchas veces en las entrevistas con las parejas, les hago escribir sus quejas (“no me escuchas, no me atiendes, no eres cariñosa conmigo, etc”) y luego les pido que las repitan pensando en su madre.
Ocurre con frecuencia que la pareja se ha terminado y ambas partes se resisten a la separación. Pareciera que necesitan hacerse daño para justificar la retirada; ¿cómo saber si hay pareja o no?
Ya expliqué previamente los tres pilares de los que nos habla Claudio Naranjo, y debe haber al menos dos para sostenerla.
El primero incluye el romance, la pasión, el sexo.
El segundo es la ternura, el cuidado.
El tercero es la admiración.
Cuando no hay una pareja es posible seguir viviendo juntos, pero SABIENDO que no hay pareja, no pedirás a esa persona que vive contigo lo que le pedirías a una pareja. Porque curiosamente, en los negocios solemos hacer las cosas correctas: Diálogo, reflexión, decisión y acción. Cuando decidimos que haremos un viaje, no nos subimos -generalmente- al avión inmediatamente después de decidirlo, entre la decisión y la acción hay un paréntesis. En lo relacional en cambio solemos hacer las cosas al revés: Actuamos, luego nos planteamos decidir y queremos dialogar cuando ya es muy difícil.
El amor es una intimidad compartida: hay intimidad intelectual, física, familiar, afectiva, deportiva, etc. El ideal es que la pareja sea la persona con la que compartimos más intimidad que ninguna otra en el mundo.
Finalmente, a la pareja le podemos decir: “En el mundo hay muchas personas mejores que tú, a ti te digo que sí, porque la alegría de que existas es superior a mis fantasías” Es decir, que se requiere un gesto social, una metáfora fuerte para hacer saber al entorno que estás con una pareja. Por supuesto que el gesto social del matrimonio religioso o civil es la metáfora más intensa del compromiso, pero hay otras variantes. No suelo creerme el argumento de “no nos casamos -no hacemos un gesto social de compromiso- porque nuestro amor no necesita papeles”; en realidad, la mayoría de las veces el planteamiento que hay detrás -legítimo también- es el siguiente: “Estoy esperando alguien mejor que tú”. Se puede estar en pareja sin estar casado, sin haber hecho un gesto social de compromiso, a sabiendas que, en el fondo, se espera a alguien mejor.
El amor es el resultado de un equilibrio superior, y en el amor, el peor error es NO COMETERLO.
UN TEXTO ENCONTRADO EN INTERNET
(Cuyo autor no sabría definir bien, pues lo publican muchas personas dedicadas a las constelaciones familiares, pero como la inspiración de todas las ideas es Bert Hellinger, aplicaremos la Ley de Felson: Robar las ideas de una persona es plagio; robar las de muchas es investigación).
Para «Lograr el Amor en la Pareja» es importante recuperar el respeto entre el hombre y la mujer. Respetar significa asentir a ello tal y como es, a su destino y a su familia. Respetamos a nuestra pareja cuando somos capaces de decirle: “Te quiero y te respeto a ti y a tu familia, tus valores, tu pasado y tu destino. En ti quiero y respeto a tu padre y madre. Quiero y respeto lo que te guía y lo que me guía. Tal y como eres, eres perfecto para mi”. Querer re-educar o cambiar a nuestra pareja como si se tratara de un niño/a, es no respetarle tal y como es. Cuando se rechaza a uno o ambos padres de la pareja, también se está rechazando a la pareja.
En la relación entre el hombre y la mujer, ambos dan lo que tienen y toman lo que les falta, pero quien no toma a sus padres, no podrá pasar mucho a su pareja ya que permanece estancado en sí mismo, sigue siendo como un niño y no puede desarrollarse como adulto.
Ganamos libertad en la pareja cuando no hacemos depender nuestra felicidad de ella, sino que tomamos las riendas de nuestra vida como personas adultas. Cuanto más alto sea el grado de obcecación en el enamoramiento, tanto más se aleja la persona de la realidad y no ve a su potencial pareja como pareja sino como la madre perfecta que siempre deseó tener. Es importante estar abierto a una relación de igual a igual.
También es importante ocupar el lugar que nos corresponde, con respecto a nuestro sistema familiar, ya que el amor sólo llena lo que el orden abarca. Por ejemplo, los “hijos parentales”, es decir, que hacen de padre o madre de sus propios padres, no ocupan el lugar de hijos que les corresponde y se castigarán fracasando en el amor o escogiendo a parejas que también estén en la posición de “hijo parental” y no están disponibles para una relación de pareja de igual a igual. Cuando ocupamos nuestro lugar, nos sentimos ubicados, con buen nivel energético, en paz, con confianza y preparados para entregarnos a nuestra pareja desde el respeto.
En la relación de pareja se reproduce la relación con la madre. Por eso, quien logra tomar y respetar a la madre, se encuentra en paz consigo mismo, sintiéndose merecedor del amor de otras personas.
Cuando un miembro de la pareja es mucho más joven que el otro, en la mayoría de los casos, la relación fracasa. ¡Se busca una madre!, ¡Una relación de pareja existe entre personas de la misma generación!
Además, es necesario, reconocer y dar un lugar a todas las parejas que han pasado por nuestra vida, si no es así uno no está disponible emocionalmente para «lo nuevo». Una buena separación se logra cuando los compañeros mutuamente se dicen: “Te quise mucho. Todo lo que te di, lo di con ganas. Gracias por lo que me diste. Por aquello que entre nosotros fue mal, yo asumo mi parte de responsabilidad y dejo la tuya contigo. Te llevo siempre en mi corazón. Estás libre y estoy libre”. Tomando con amor aquello que nos aportaron las parejas que tuvimos en el pasado, podemos aportar el aprendizaje a la siguiente relación. Si no es así, existirá dificultad para unirse, de nuevo, a otra relación. Es decir, la despedida se logra, cuando tomo todo lo que una persona me da con gratitud.
Toda persona que haya estado en una relación de pareja seria no puede evitar el dolor, ni el sentimiento de culpa en el momento de abandonarla. Una separación se logra a través del dolor. Sólo así, puede separarse con la conciencia tranquila. El dolor también encierra mucha fuerza. Un mecanismo muy común para escapar del dolor es buscar un culpable o auto-compadecerse, en este caso no se ve al otro, sólo a si mismo. La auto-compasión es narcisista. Si uno de los miembros de la pareja se cierra y permanece en su dolor, le hace más difícil al primero emprender su nuevo camino.
También, es importante tener en cuenta que los conflictos son necesarios para el crecimiento de la pareja y el desarrollo de una escala de valores común.
El amor se logra cuando ambos, se han despedido de sus familias de origen, con amor. Donde, por el contrario, aún llevan destinos de las familias de origen que no son suyos, estas dinámicas se introducen en la relación e interfieren en la pareja.
El crecimiento de un miembro de la pareja pone en peligro la relación. Por eso, conviene que evolucionen y crezcan a la vez. Aun así, ¡cada miembro de la pareja, tiene primero que ser fiel a su propio destino y luego al de la pareja!