«Cada noche hago una reverencia a mis padres porque nunca he visto a Dios»
Es una frase que suelo repetir en los talleres de constelaciones, como una manera de afirmar el convencimiento que tenemos de que estamos conectados con el fondo último de la vida a través de lo más inmediato que tenemos: nuestros padres.
Indudablemente, así como el río se nutre de su fuente, los hijos se nutren de los padres. Es decir, que el orden del amor aplicable a la relación padres e hijos es «los padres dan, los hijos reciben». Sin embargo, hay hijos que se niegan a tomar de los padres, bien sea porque tiene razones «objetivas» o bien porque realizan un intento amoroso e inconsciente de «ayudarlos-salvarlos».
Hay varias situaciones en las que un hijo se niega a tomar de los padres (y por ende de la vida).
A veces, el anecdotario existente en la relación con nuestros padres nos podría dar argumentos lógicos para negarnos a tomar de ellos, sin embargo, en mi experiencia como terapeuta me he encontrado con pacientes que han sufrido incluso maltrato por parte de los padres y he podido atestiguar su liberación cuando son capaces de centrar la mirada más allá de ese anecdotario y toman la vida tal como les ha sido dada a través de esos padres concretos. En estos casos, es importante aplicar la sabiduría del OLVIDO, esa disciplina espiritual que tiene que ver con el hecho de apartar la mirada y seguir caminando.
Ocurre a veces que los padres están enfermos, o murieron, o tuvieron muchas dificultades para tener una vida digna. En estos casos, hay una tendencia natural de los hijos a mantener una lealtad con los padres y así vemos cómo los hijos se enferman, no aprovechan la vida y se niegan inconscientemente a encontrar un trabajo digno y una vida feliz para sostener la lealtad con sus padres. Cuando tengo en consulta a un niño que no duerme, inmediatamente me pregunto ¿a quién vigila este niño?, si no come ¿por quién ayuna?, si está muy enfermo ¿a quién quiere salvar?.
Suele ocurrir también que un hijo quiera corregir o enmendar a los padres, convencido de que él o ella hará mejor las cosas de lo que lo hicieron sus padres y que por lo tanto no repetirá los errores. Mi experiencia como terapeuta me dice que cuando un hijo asiente a los padres tal como son, entonces realmente está en posibilidades de lograr un mejor destino.
Es un hecho evidente que venimos a la vida a partir de alguien, NACEMOS VINCULADOS, y somos el río que se nutre de la fuente que son nuestros padres y el río no puede suministrar agua a su propia fuente. Puede suministrar agua a otros ríos y ser a la vez fuente de otros ríos.
Este orden básico de relación con los padres no es un precepto moral sino una condición básica para que el amor fluya.
Es una pequeña parte del trabajo que hacemos en constelaciones familiares, mirar cómo estamos situados en relación con nuestros padres y restablecer el flujo vital que viene de lejos a través de nuestros padres.