LA ESCUCHA TERAPÉUTICA Y LA ESCUCHA DE LOS AMIGOS

La serie “Los Soprano”, tiene como eje argumental la relación de Tony Soprano con su psicoanalista. En una época, Tony Soprano no ve a su psicoanalista, entonces recurre a una especie de amigo / consejero para explicarle la situación por la que está pasando, ese consejero es Herman «Hesh» Rabkin, el asunto es que su “amigo/consejero” le responde con frases hechas y lugares comunes, y en ocasiones, simplemente no lo escucha. Hay una escena fascinante, temporada 2 capítulo 5, Tony acude a hablar con su amigo, pero cada uno está hablando de sus asuntos, sin escucharse uno al otro. 

¡Es un arte escuchar! y te pueden escuchar tus amigos, y te puede escuchar un terapeuta.

La escucha de los amigos es un abrazo auditivo, la escucha del terapeuta es una oportunidad para evolucionar. Necesitamos ambos. Es un gran logro habernos despojado de la «vergüenza» de ir a un terapeuta, pero todavía nos falta considerarlo una buena inversión en nuestra calidad de vida.

Cuando tenemos dificultades, necesitamos que nuestros amigos nos escuchen, pero no deben escucharnos en un sentido terapéutico, ellos son la oportunidad para experimentar la solidaridad, el afecto, la intimidad, etc. son un gran bálsamo para el desamparo y una gran suerte. Cuando tenemos dificultades, y necesitamos hablar con un amigo, el amigo ideal es aquel que te escucha sin decirte nada, en silencio, sin interpelarte, sin ofrecerte sus soluciones, sus interpretaciones, simplemente está a tu lado, corazón a corazón. Difícil ¿verdad? Por ejemplo, cuando un amigo pierde a un familiar, no nos deberíamos de esforzar en encontrar las palabras “correctas”, un humilde y sentido “estoy aquí, contigo” tiene más peso que un discurso consolador lleno de frases comunes. Lamentablemente, cuando sufrimos y nos quejamos, el que nos escucha intenta consolarnos con palabras sabias y sensatas de tal manera que el sufriente queda como un cateto, y el que escucha como un iluminado. Si quieres tener buenos amigos, escúchalos cuando se quejen, pero no les des consejos, no les tengas lástima, no seas más sabio que ellos: abrázales con cariño. Si quieres tener buenos amigos, no los uses de cubo de la basura, recuerda que siempre que nos pasa algo debemos hacernos estas preguntas, «Esto que me pasa, ¿Quién lo debe saber?, ¿Cuándo se lo debo decir?,¿Cómo se lo debo decir?».

Algunas de nuestras dificultades, requieren a un terapeuta más que a un amigo, intentaré explicar brevemente porque soy un defensor de la terapia con un profesional.

Un terapeuta te escucha igual que lo haría un amigo, pero con la distancia suficiente para no ser parte del problema, cuando un amigo te escucha, por muy sensato que sea, al ser tu amigo está dentro de tu equipo, su visión está limitada para ofrecerte una perspectiva diferente.

La confidencialidad del terapeuta es un gran valor, un terapeuta no puede, no debe hablar nunca de lo que ocurre en la sesión, este hecho te permitirá ser auténtico y explicar con sinceridad lo que está ocurriendo.

El terapeuta no juzga tus experiencias, no las minimiza, no las exagera, te ofrece un espacio de libertad, un amigo en cambio siempre intentará relativizar tu experiencia, exagerarla, minimizarla, emitir juicios, porque de alguna manera, un amigo es una prolongación de ti mismo.

Hay personas que creen que tiene el mismo valor una conversación con un amigo que con un terapeuta, pero no es verdad, porque el terapeuta, tiene recursos para hacer una valoración objetiva de la situación, puede detectar situaciones de peligro, tiene experiencia con el “momento correcto” para afrontar algunas experiencias y desafíos, conoce las dinámicas de las relaciones humanas, sabe qué tipo de intervención se requiere: un silencio, una interpretación, una provocación, un interrogante, etc. Yo disfruto cuando algún paciente me dice “¡Qué pregunta tan interesante!”, evidentemente, de eso se trata, de ofrecerle un punto de vista que no le pueden ofrecer sus amigos. De hecho, a veces conversar las dificultades con amigos, nos puede ahondar la problemática, intentaré explicarlo, todos tenemos un “master” sobre lo que nos está ocurriendo, y sabemos más o menos lo que debería “ocurrir” para mejorar, pero ese “master”, esa “teoría” es insuficiente e incluso inútil, si sirviera, ya lo hubiéramos solucionado. El terapeuta te ofrecerá un enfoque diferente y muchas veces disruptivo.

Otro asunto importante que distingue claramente hablar con un amigo y hablar con un terapeuta, es el hecho de que la relación terapéutica tiene límites claros, la conversación con un amigo no, con el terapeuta puedes estar cómodo, hay un tiempo pactado para hablar, puedes explayarte es tu tiempo, y al haber una estructura y un ritmo para las sesiones siempre se pueden dejar temas para hablar en la sesión siguiente. El hecho de que no tengas a la mano al terapeuta, como si tuvieras a un amigo, no es un límite, es una oportunidad para ser autónomo.

Hay personas que usan a sus amigos de psicólogos, es un error, porque la amistad es una relación de intercambio, la amistad, además de la intimidad, la alegría, la solidaridad, etc. Es un compromiso, cuando en una relación de amistad, se va viendo con claridad quien usa a sus amigos como “psicólogo”, o incluso más, como una papelera para depositar sus dificultades, etc. Lo que se consigue es ahondar en el narcisismo: acabas hablando solo de ti, de tu trabajo, de tu pareja, de lo que te preocupa, de tu mundo, etc. Hablar con un amigo es gratis, es verdad, si se trata de dinero, pero el precio de la amistad es muy alto, lo que has de dar para equilibrar no se paga con dinero, y si la relación está descompensada, el precio será el término de la amistad.

Hablar con un terapeuta es como hablar con un entrenador que observa tu vida fuera del campo de juego, tus amigos, están jugando al mismo tiempo que tú, ambos son importantes en tu vida, pero el rol y la perspectiva son diferentes.

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